Desde nuestra experiencia como cuidadoras en la Asociación APCOM, en la que trabajamos desde hace varios años, queremos poner en valor la importancia de ampliar la visión y mirar desde otra perspectiva la atención a las personas con discapacidad, para dejar de ver la residencia como un apoyo físico y asistencial, y verlo como un apoyo más cercano y humano.
En la residencia «el copo» trabajamos con las personas, pero también somos parte de su familia, junto a ellos formamos un equipo. Cuando pones el corazón en lo que haces, es fácil acompañar a las personas con discapacidad en los procesos más importantes de sus vidas.
Queremos poner en valor el apoyo emocional que les damos al acompañarlos en su día a día, cuando las cosas no van tan bien como nos gustaría, cómo cuando pasan por un mal momento, o cuando pierden a un familiar. Somos su apoyo en una madrugada de insomnio o en una noche de hospital. También les animamos en una fiesta de amigos, en su tiempo de ocio y celebramos con ellos sus alegrías y buenas noticias.
A veces para las familias es difícil acompañarlos en sus proyectos del día a día y también en sus complicaciones que, tristemente, forman parte de la vida. Los motivos son varios, a veces estas familias son mayores, no tienen los recursos necesarios o viven lejos. Nosotras nos hacemos a cargo de este papel tan importante en ausencia de sus seres queridos.
Ellos sienten tranquilidad al saber que pueden contar con nosotras, sus cuidadoras, como parte humana y cercana, dentro del entorno profesional. Más allá de los cuidados y la atención a las personas, nos sentimos reconfortadas por lo que hacemos, porque como dijo El Principito: “lo esencial es invisible a los ojos”.