Artículo escrito por Nuria Martínez Corbalán, Logopeda CDIAT AVANZA, para el Semanario el Noroeste.
Hablamos de recién nacido prematuro cuando el parto se produce antes de las 37 semanas de gestación, por lo que hay que destacar que el cerebro del bebé prematuro es más inmaduro si se compara con el cerebro de un niño nacido a término, llevando consigo posibles ingresos hospitalarios para garantizar la supervivencia del bebé, principalmente cuidados relacionados con la respiración y alimentación, entre otros. Además dentro de las alteraciones del neurodesarrollo, la prematuridad es un factor de riesgo, ya que de forma temprana pueden ser observadas dificultades en las habilidades comunicativas.
En situaciones donde se requiere ingreso hospitalario se debe tener en cuenta las limitaciones en las experiencias del recién nacido con el entorno. Por todo ello recibe especial importancia la prevención, detección y tratamiento precoz en las dificultades que un bebé prematuro pueda presentar, relacionadas con las dificultades de alimentación, lenguaje y comunicación durante su crecimiento y desarrollo.
En los primeros años de vida del niño, el sistema nervioso central presenta una gran plasticidad cerebral, siendo una gran herramienta de ayuda en la adquisición de capacidades y habilidades cognitivas. Por tanto, el cerebro del niño va madurando en base a los estímulos que provienen de su entorno inmediato, facilitando la adquisición de nuevos aprendizajes.
«La estimulación precoz del bebé conlleva el aumento de las interconexiones neuronales. La capacidad de asimilar e integrar nuevos estímulos y experiencias es mayor a menor edad del niño»
Aproximadamente cada año en el mundo nacen 15 millones de bebés prematuros, suponiendo dicha cifra una incidencia de partos prematuros entre el 5 y 7%. Cada vez es mayor el número de recién nacidos que reciben estimulación desde las unidades de neonatología, contando con profesionales cualificados. Mejorando por tanto el pronóstico y la calidad de vida, de estos y sus familias. Así como la atención de los mismos en los centros de atención temprana, desde los 0 a los 6 años.
«El logopeda es el encargado de estimular las funciones motrices orofaciales con la finalidad de aumentar la movilidad, mejorar la succión y por tanto mejorar la deglución, influyendo todo ello de forma positiva en la ganancia de peso y supervivencia del recién nacido, así como favoreciendo de forma indirecta el desarrollo emocional y cognitivo del mismo»
Desde el Centro de Atención Temprana AVANZA tenemos como principal objetivo dar a conocer la influencia de la prematuridad en el desarrollo de la comunicación y el abordaje posible a realizar, así como de dar visibilidad e importancia al trabajo llevado a cabo, tanto con el niño como con su familia.
Algunos de los principales aspectos que deben ser observados en los primeros días de vida del recién nacido son la capacidad de realizar succión no nutritiva, ciclos y picos de succión, el flujo, velocidad y duración de la succión, así como en el caso de establecer una alimentación artificial, la tolerancia de las tetinas, o el agarre al pecho si el objetivo es establecer una lactancia materna segura. Para todo ello es relevante la monitorización de la eficiencia de la deglución con la finalidad de evitar el cansancio, siempre ajustándose y trabajando sobre las habilidades del prematuro.
Es decir, tras realizar una primera evaluación, el objetivo principal del logopeda es mejorar la calidad de vida del recién nacido, trabajando para conseguir un equilibrio armónico entre la musculatura orofacial y las funciones implicadas, así como también tener en cuenta los reflejos necesarios para la alimentación, en caso de que estos no se encuentren presentes o no sean eficaces.
Que un bebé nazca antes de la semana 37 de gestación no solo causa impacto en él, sino también lo hace en su familia. Pudiendo causar mayor riesgo de encontrar dificultades para establecer un apego seguro, de sufrir estrés, ansiedad o depresión, e impacto en la calidad de vida familiar. Por lo que tras el alta hospitalaria, la familia recibe un papel fundamental en el desarrollo del bebé, por lo que el logopeda trabajará de forma directa en las dificultades del niño junto con la familia, empoderando y haciéndoles conocedores de signos de alerta que el niño pueda presentar. Es decir, la mayor prevención proviene siempre de la familia.
A partir del trabajo realizado, los aspectos de la comunicación o signos de alarma en ella, principalmente a partir del primer año de vida podrían ser la atención conjunta, el contacto visual, los turnos de acción y de habla, reconocimiento e interés por el mundo, así como también desde el aspecto lingüístico la comprensión y expresión del lenguaje.
Por tanto el desarrollo de un niño está vinculado a las interacciones que se producen entre este y el entorno que le rodea, por lo que con el paso del tiempo y desarrollo del niño, el lenguaje es clave para realizar satisfactoriamente esta interacción. Por esta razón, es de suma importancia detectar cualquier déficit o trastorno que pueda surgir en esta etapa, fundamentalmente entre los 0 y 6 años, que es cuando puede realizarse una atención o intervención temprana.